Foto: William Eggleston

Marta dice: Hasta aquí.

Un recuerdo se despliega en ti dulcemente y abre una brecha por la que llega hasta tu corazón el frío del mundo entero, la soledad sin piedra o nombre que se le oponga, música de afilador. Cada franja de tiempo acaba siendo una parcela, un espacio donde el consuelo es delimitado. Has decidido, pese a todo, que haya siempre un lápiz en tu mesita. Estar solo no te afecta si tienes algo que hacer. Te importa, claro que te importa, pero apenas te afecta. Piensas únicamente en lo que debe ser hecho cuando todavía no llegó el momento de hacerlo y no piensas en nada mientras lo haces.

Marta no está. Volverá. El domingo. Pero ahora no está y hoy tu vida es lo que hay entre dos cosas fundamentales sin que sepas cuáles pueden ser esas dos cosas, el zumbido de un insecto que no llegó a posarse, una huella en la nieve que fugazmente hace de cuenco.

“Tengo que encontrar algún modo de disfrutarlo que no implique ser devorado por el oficio, y así ser capaz de hacer otras cosas. Porque con 34 años, estar a solas en una habitación con un pedazo de papel es lo que para mí es lo real.” D.F.W.

Construir es acotar: que la estructura haga a la historia crecer hacia dentro para que la voz pueda tirar de ella hacia fuera.

Pasan las horas y te tomas por respuesta la falta de respuestas. De repente, una cuestión: por qué seguir dándole vueltas a la incógnita cuando lo que no se comprende es la antigua necesidad de un resultado.

No tratas de atrapar al tiempo, sino de liberarlo, dejarlo ir y relacionarlo con cada cosa, con cada elemento, siempre provisional, azaroso y circunstancial, dejarlo ser, despojado del sentido general, exterior y posterior, de lo colectivo, de la complementariedad mutua, de su idea, de la expectativa que proyectamos sobre él encarcelándolo en la expectativa que cada uno tiene sobre sí mismo. Captarlo, nunca capturarlo. Reflejar. Ante todo, reflejar. ¿Por qué la imagen te parece de pronto algo superior a la palabra? Porque lo visto te permite la ilusión de percibirte, de sentirte, de creerte alguien que no es acción, que no es canal. La ilusión de ser dejado fuera, de no existir, o existir al margen. De existir sin la obligación de intervenir.

Leemos porque necesitamos seguir hablando.

A la obra debes responder con obra. Nunca escribas sobre algo. Escribe siempre a partir de algo.

Te das cuenta: en la voz, no en el habla, hay algo vinculado a la agonía.

No hay en tu soledad filos ni ángulos ni estructuras rígidas que deban ser flexibles, no, las cosas simplemente se hacen o se sufren sin ser acompañadas de la imagen de nadie que las vuelva más llevaderas o de alguna manera las precipite. Es la tuya una soledad objetiva. Sin resonancias.

El espejismo ha de lograr que quien lo mire tenga la sensación de estar, solamente entonces y entre la nada, existiendo. Para ello, en lugar de llevar al que mira a olvidarse de sí mismo, debe ofrecerle la posibilidad de sentir que es precisamente todo lo que no ve lo que tiene un significado distinto y sólo en relación con él, procurando con esencial cuidado que no confunda lo inesperado con lo nuevo.

Lo disgregado ya desde un primer momento algo de por sí, cobijado más que unido en la narración, no bajo tu apariencia sino en tu nombre. La herida abierta como existencia. Lo percibido como alivio que en realidad no hace más que obligarte a tener nuevamente la experiencia de esa herida, a ser lo que duele y a quien le duele.

Ninguna soledad comparable a la de aquel que está al borde de la piscina, mirando el agua.

El tedio es la pérdida del entusiasmo, de la capacidad de sentirte ligado a ti mismo a través de algo. Pero no se está gestando en ti la demanda de otra cosa, sino de lo mismo construido a partir de una cosa diferente, una razón distinta. Has de encontrar un objetivo que se ajuste a tu cansancio.

“Por primera vez me siento como alguien… que tiene un tiempo tras de sí…. y este tiempo es mi historia. Es una sensación bastante tranquilizadora.” En el curso del tiempo. Wim Wenders.

Te niegas a hacer en rojo las anotaciones en el trabajo de uno de tus alumnos. Igualmente prefieres decir tareas en lugar de deberes. La precisión es tu manera de ser justo.

Pasas junto a la hierba que acaban de cortar y vuelves a un tiempo en el que todavía no habías perdido nada.

Chus Fernández es escritor