Saluda a todo el que esté de paso, sin decirle nada, que gracias a un gesto sepa que en su peor momento tus brazos podrían hacerle un sitio.
Escribir es dejar las respuestas para más tarde.
Nada que debas colocar dos veces llegará a estar bien sujeto.
Llevabas leídas unas pocas páginas del relato y sucedió: sentiste por primera vez otra presencia en ti, una compañía que alcanzaba a ser unión, una tan profunda como nunca habías experimentado, como si fueras un espacio en el que se estaba llevando a cabo una conversación. Leyendo a DFW.
“…la lucha por mantener la cortesía y la amabilidad a pesar de sentir un dolor extraordinario. Yo me he sentido así muchas veces en mi vida”. Bill Murray, a propósito de Academia Rushmore.
Escribe inmediatamente lo que en su explícito potencial de ser un hecho que arraigue te remueva. Y no vuelvas sobre ello hasta que haya pasado algún tiempo. Lo verás entonces como algo que no es tuyo, algo sometido a la desvinculación inevitable, y, al mismo tiempo, se habrá vuelto importante para los personajes, dotados ahora del peso imprescindible.
“Es más divertido hacerlo a tu manera tanto si fracasas como si triunfas, y fracasar no es tan malo. Eso es lo que he aprendido.” Louis C. K.
A la voz ya sólo le pides una cierta serenidad al desenvolverse que, sin llegar a dificultar el sobresalto, tampoco contribuya a él.
Conversar como el arte de quitarse a uno de encima. De hacerle sitio a lo que venga.
Miras atrás y ves en cada límite una extensión, un argumento.
Un ruido en la calle se va haciendo poco a poco más débil. A veces tú eres eso.
Protestar no fue cuestionar sino pedir. Le dimos diferentes nombres a todo lo que sin ser alguien ni algo había influido en nuestra vida de una manera que nosotros no podríamos haber llegado a influir jamás por muy grande que hubiera sido nuestro empeño, hasta que un día, sin más, dejamos de protestar, dejamos de pedir. Y actuamos. Nada habían hecho por nosotros los nombres. Y jamás lo iban a hacer. Comienzo.
Marta dice: Cuanto más cerca estás del eje más fuerza aplicas tú.
Estilo es la manera que sólo tú tienes de solucionar un problema que nadie más tiene.
“Dentro del agua mi cuerpo desaparece. Me siento como en casa. Es el lugar al que pertenezco.” Michael Phelps.
Más que una impresión, menos que un hecho: la percepción.
A veces tienes la sensación de estar contando un relato del que te vas quedando fuera a medida que lo cuentas.
Ojalá fuera neutra la palabra, sin resonancias, para que su única influencia sobre nosotros dependiese exclusivamente de las necesidades de quienes la pronunciamos u oímos, de la experiencia de haber vivido, por poco que fuese, proyectada sobre ella.
La presencia exige. Sólo cuando te hayas puesto en la piel de todos, tendrás derecho a alzar la voz, a decir yo, que en realidad es lo único que uno intenta decir cuando habla.
«Escribir es la mejor manera que he encontrado aquí para integrar cierta experiencia, para «incorporármela» verdaderamente, como diría Monsieur Teste, para hacer que dicha experiencia esté a mi entera disposición, totalmente convertida en aptitud, como la natación o la locomoción.
(…)
La literatura es como la acrobacia que uno realizaría sin red: no se puede fallar. Y es por eso, mi querido Jorge, que no exagero al aconsejarle reflexionar antes de entregarse por completo a un ejercicio tan vano, tan peligroso y que mide de manera tan implacable el grado de realidad espiritual que le fue dado al hombre como meta.» Claude – Edmonde Magny.
Ya sea acerca de una persona, un lago o una lámpara, hablarás siempre de la misma forma: basándote no en cómo son esas cosas sino en lo que no sentías por ellas y ahora sientes. Una forma es una razón. Y no sabes ya si eso contradice o refuerza lo que más de una vez llegaste a concluir: que una razón es siempre una forma.
La mujer que esperaba en el andén al sol de la tarde y en cuya nariz, en uno de sus orificios, creíste ver el comienzo de la hemorragia cuando en realidad sólo era el sol alterando lo que no podía traspasar. Nunca hasta ese momento habías relacionado la sangre con la luz.
Tres veces tomaste la palabra y alzaste la voz: la primera en nombre de la pérdida; la segunda en nombre de la ausencia; la tercera en nombre de la compañía: las tres, por tanto, en nombre de la soledad.
Navegas. Lees la prensa como se lee la prensa en la pantalla: sin apenas esfuerzo y sin apenas recompensa. Abandonas la lectura al llegar a los comentarios de los lectores. La tecnología ha acabado concediéndoles a todos la oportunidad de hablar. Pero son muy pocos los que recuerdan que el derecho a hablar conlleva la responsabilidad de decir.
Uno menos. Título.
Qué fácilmente es vencido uno por su propio reflejo, cómo se ve desarmado de pronto por su brusca imagen devuelta: la chica que pidió un café con leche de soja templada de forma imperativa y que, ante la reacción de la camarera al oírla, inmediatamente dijo: Por fa.
Inspiración: querías seguir.
Chus Fernández es escritor