Aparece siempre el aburrimiento como si lo hiciera por primera vez. Siempre es una palabra terrible: no cesa de repetirse y deja la vida a un lado.

Aceptas la quiebra en el diálogo mientras sea la voz una entrega sin retorno.

Láminas. O algo así, en tu cabeza. Es con lo que sueñas, lo que pides, aunque no tengas a quien pedirle, ¿qué otra cosa podría ser un sueño más que una petición sin destinatario?

Si alguna vez haces una fotografía, será la de aquello que haya conjurado una ausencia, aquello en donde estés, en donde te hayas visto duplicado, no sólo reflejado, y cuya interior semejanza te haya liberado del peso que para ti supone la consciencia de ti mismo. Paradojas, claro. Siempre están ahí, al final de todo. Pero sólo te apoyarás en aquellas que hayas identificado a posteriori.

“Donde expira un pensamiento hay una idea.” Clarice Lispector.

Decir yo sin hablar de ti. Ver qué pasa si consideras al mundo un actor y no un escenario.

Es increíble cómo vienen las cosas, dijiste, sólo tienen que juntarse.

Qué hace un camarero con todo lo que oye. La mayoría de las veces, nada. Eso no significa que sea ya su oído rutina, sino que el trabajo le ha convertido también a él en alguien sólo atento a la extrañeza. O no habría dicho la mayoría de las veces.

«Ningún cuento está completo si no le falta algo.» Eloy Tizón.

También nosotros sucumbimos a las ventajas de vivir en el centro y las enumeramos sin imaginar siquiera que estar muy cerca de todo significa que todos están muy cerca de nosotros.

De vuelta, al pasar en coche frente a una terraza, otra vez las caras sólo conocidas ante las que sientes que se les ha caído su nombre en algún lugar en tu interior como si alguna vez hubieras sabido cuál era.

«Yo diría que, más allá de los cambios en los estilos y en las formas, la novela tiene como elemento común y como elemento que la identifica la construcción de personajes.» Ricardo Piglia.

Algunas vueltas se dan hacia fuera y escribir sólo es describir lo que se busca, una ecuación de la que uno trata de excluirse para que deje de importarle el resultado.

“(…) la literatura es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse de la propia disolución y cortejar su fin.” Jorge Luis Borges.

Me arrancaron de pronto de un sitio en el que hasta entonces no sabía que estaba, así caes tú en la cuenta de algo, como esta mañana, antes del arqueo y la flexión, cuando, al colocarte la enfermera bajo la luz precisa, te dijiste: Y yo que creí que estaba recto. No respires. Respira.

Para avanzar un sólo paso habría sido mejor no haber avanzado.

No se volverá a dar en ti la expectación, la tensión de una camiseta recién lavada, ese recogimiento de cualquiera cuyo tren ha entrado ya en el andén pero aún no se ha detenido.

El dolor, en su instante, te hace desaparecer; sin embargo, sólo si pasas a través de él, puedes volver a ti mismo.

“Una buena literatura tiene que ser una literatura que se proponga traducir su visión del mundo en términos de matización de la realidad.» Sergio Chejfec.

La melancolía es inevitable en alguien que marca el ritmo sólo para zafarse de su dependencia del ritmo.

No eran símbolos, eran señales. Posibilidades de hallar en el porvenir una estrategia.

Es fácil reconocer a un extranjero: mira siempre hacia arriba, se ladea al caminar, o lo hace muy deprisa y de repente se detiene. Te gustan los bares en los que hay periódicos y revistas porque eso significa que sus dueños no sólo quieren que vayas sino que te quedes. Pasas bajo un andamio y obreros a los que no ves hablan por encima de tu cabeza. Comprendes al momento el origen de la compañía repentina pero no por ello deja de sorprenderte su presencia.

“Nadie espera que la vida sea una sola aventura, / y sin embargo, a la inversa, nos sorprendemos cuando se vuelve decepcionante, / como suele pasar con las historias cuando el contar va más rápido / que la situación. Date prisa y duerme, / es lo que sugiero. Y si resulta solitario, / la canción no se habrá marchado para nada.” John Ashbery.

Harto de chocar o estar a punto de hacerlo, de cortarle el paso a la mujer que al cruzarse contigo hacía coincidir su dirección con la tuya, optaste por quedarte quieto y dejar que te rodease. Más tarde, en casa, viendo el documental sobre Cohen, caló en ti la palabra dispersémonos, y supiste que necesitabas hacer eso, dispersarte, pero al momento recordaste que eras sólo uno.

¿Es la vida el más puro de los presentimientos?, ¿es precisamente lo que sabemos acerca de ella y no lo que ignoramos la razón de su misterio?

«El juego es intentar hacer cosas que no hice nunca pero generalmente eso se queda en el deseo. El juego efectivo es el ejercicio de la memoria. No es más que eso. (…) El ejercicio de la memoria pero bajo un rigor estilístico fortísimo. Yo no creo para nada en la literatura como dietario, la literatura como diario de vida, como crónica personal. Yo creo en la literatura como literatura, como un mecanismo, como una máquina autosuficiente, al menos con una autosuficiencia grande.» Roberto Bolaño.

Te levantas últimamente con el agotamiento injustificable con el que se recoge la toalla en una playa.

Se te están alejando las cosas. De sí mismas, como si nada hubiese entre las formas y los significados a los que las demás las vinculan.

«La mayoría de los escritores que conozco son híbridos raros. Hay una fuerte veta de egolatría asociada a una timidez extrema. Escribir es una especie de exhibicionismo en privado. Y también hay una soledad extraña, y un deseo de tener algún tipo de conversación con la gente, aunque no una gran capacidad real para hacerlo en persona.» Nueve años sin David Foster Wallace.

Te detienes. Tratas de armonizar la falta de movimiento con el vaciamiento que ansías. A dónde fueron los trenes que llegan tarde. Y si no fueron a ningún lado, por qué tuvieron que detenerse. La gente es ya sólo un ruido raro que no siempre quieres dejar de oír. Comparte dirección con el cuchillo la palabra y no vale nada la primavera. Si en marzo damos porque sí un paso hacia delante es porque ansiamos ver en ella un verano pequeño, el final de algo. El dolor fue tu oficio. Quizá por eso a veces la voz sea tan hermosa como el compás imposible entre la distancia y el corazón.

«Sentir es estar distraído.» Fernando Pessoa.

Cualquier trabajador dispone de sus herramientas para hacer algo con ellas. El escritor dispone de las suyas para que le hagan algo a él.

Tentativas. Título.

¿Pensar la vida de alguien como si fuera la tuya es una muestra de respeto o todo lo contrario?

Porque desprecian la posibilidad de conocer a los demás aspiran a ser vistos por ellos.

Ya sólo me preocupa que el viento no se lleve mi sombrero. Título.

Y de pronto purificado al pasar por la plaza y ser salpicado por el agua de la fuente, como si estuvieras sintiendo otra vez la paz que emergía en ti delante de algunas pinturas.

Chus Fernández es escritor