Todo en «Science & Fictions», el último álbum de The Traveling Zoo, está planeado como un homenaje, comenzando por el título, que es un tributo al oficio de compositor. Y es que «Ciencia y Ficciones» hace referencia a las dos partes que conforman una canción, la música, que aun siendo un arte depende ineludiblemente de la matemática, lo cual la convierte casi en una ciencia, y la letra, que incluso partiendo en ocasiones de la realidad, no deja de ser una ficción fabricada en el cerebro de quien la escribe. Así pues, por mucho que -a menudo- al oyente le parezca “mágico” lo que escucha, el autor ha de ser siempre consciente de que lo que hace no deja de ser artesanía más o menos bella. Y en eso el ex líder de Modas Clandestinas es un avezado operario de calidad contrastada y suficientemente demostrada.
Por supuesto, el envoltorio también es un homenaje, no sólo al cine de serie B y las películas de marcianos, como puede resultar evidente, también a Henry Mancini, Ray Conniff o Burt Bacharach, a los LP´s de easy listening de las grandes orquestas de los años sesenta y setenta, al radiocasete… No obstante, en esa parcela no debería sumergirme más, ya que mi ética prevalece sobre la estética. (Lo comprenderán mejor si compran el disco compacto).
Y en cuanto al contenido, la música, lo verdaderamente importante, lo que ofrece este tercer álbum de Fran Elías es precisamente eso, canciones; pequeños y preciosos homenajes al pop clásico que cuentan una historia en tres minutos, relatos perfectos de sentimientos profundos y melodías redondas, certeras… No hay alardes técnicos (ni falta que hacen) en forma de solos de cuarenta compases, ni vibratos vocales interminables, no. Es música que un ama de casa británica podría haber escuchado en 1967 al sintonizar una emisora de onda media mientras preparaba el almuerzo. En la cosmología de Fran Elías flotan desde los Psychedelic Furs más atinados al mejor pop español de los sesenta, setenta y ochenta, a Brian Wilson, a ‘Macca’, a Embrace (con quien le compara la publicación británica The Independient…). Es pop refinado cantado en inglés, su idioma vernáculo. Escuchar temas como “The last one”, “Swimming on the stream” o “New Year’s Day” y no conmoverse, no rendirse a su savoir-faire es… ¿imposible? En mi opinión sí, y creo que en la suya, la de ustedes, también lo será.
Estamos ante un trabajo musical que apunta y bien afinado a la nostalgia, a cafeterías con sillones de cuero, a cines de sesión continua, a Quini celebrando un gol con aquella sencillez habitual que calaba tanto, a la televisión en blanco y negro, al recuerdo, en definitiva, de una época que se nos fue sin ser conscientes de ello. ¿Qué fue del Siglo XX? La respuesta la tienen en el último disco de TTZ. No dejen de escucharlo; entonces lo comprenderán todo.
Pablo Martínez Vaquero es periodista
@PauMVaquero