Eric Schmidt (CEO de Google) hacía públicos en 2010 dos datos sobre la evolución de la información digital en el mundo: Sólo el 0,007% de la información generada en el planeta el año pasado está sin digitalizar; y, de otra parte, hoy se generará en el planeta tanta información digital como la que se generó a lo largo de todo el año 2003.

Ante esa abrumadora realidad, parece difícil entender cualquier organización social futura cuyo poder no se fundamente en el uso (probablemente abuso) de la detalladísima información personal que de manera inconsciente cedemos diariamente a las más grandes y poderosas corporaciones tecnológicas de la historia.

La carrera ya no es espacial, nuclear o química, es esencialmente digital. Apple por ejemplo, y en poco más de un año desde la incorporación de un sistema de desbloqueo mediante huella dactilar en sus populares iPhone, se ha hecho con la mayor base de datos biométricos (huellas dactilares) de la historia, y desde luego mucho mayor que la de cualquier gobierno o país conocido.

En medio de este escenario de dictadura binaria, algunos grupos de revolucionarios tecnológicos autoorganizados y antisistema (aquí sí), combaten desde sus ipés como francotiradores parapetados en firewalls, encriptaciones, middlewares, DNSs…etc.

No deja de resultar curioso ver cómo los terroristas de Daesh ya no temen la presencia de la Quinta flota del Ejercito de los Estados Unidos en el Golfo Pérsico tanto como a la amenaza de Anonymous de desbloquear cuentas en paraísos fiscales de algunos emires afines a sus causas. O cómo, haciendo un rápido zoom, un aficionado del Real Sporting de Gijón y gracias a Football Leaks se puede enterar de los turbios detalles del fichaje de José Ángel por La Roma a través del fondo de inversiones Doyen Group.

De esta realidad, de este mundo, de este nuevo desequilibrio de fuerzas glocales, nace Mr.Robot.

Mr. Robot 3

Uno de los argumentos de defensa de la serie de Sam Esmail está en el constante juego entre lo diegético y lo incidental a través de un montaje a veces un tanto errático, a veces atrevido y discontinuo y siempre apoyado en la voz en off de Elliot, administrador de sistemas de una gran corporación por el día y hacker terminal por las noches, sobre el que pivotan trama y narración.

Eliot poco tardará en ser reclutado por una organización secreta de hackers llamada Fsociety (con similares señas de identidad, careta incluida, a Anonymous) con un claro fin de destrucción de estructuras de poder, liderado por un intermitente (y en televisión maldito) Christian Slater.

Y aquí creo que hay que detenerse. Es cierto que la estructura de partida es clásica. Un hombre común dotado con poderes extraordinarios que debe de mantener salvaguardada su identidad para poder impartir justicia anónimamente. Sin embargo, quizás gracias a una decidida apuesta formal, a la ausencia de pretensiones efectistas y al rigor informático (tan poco habitual por otra parte) nazca una atmósfera narrativa hipnótica y asfixiante que redimensiona el personaje de Elliot y lo dota de profundidad y coherencia.

Por otra parte, resulta interesante, desde un punto de vista geek, comprobar cómo usa la ingeniería social para investigar (casi siempre Instagram y Twitter, pero no Facebook porque no se fía), llama desde un móvil Android y, por supuesto, trabaja picando código en una línea de comandos tipo Linux y sin ratón.

Quizás su mayor virtud y defecto residan en un viaje introspectivo y paranoico dentro de la cabeza de Elliot, intentando encontrar causas y responsables de la gran conspiración mundial contra la que se rebela.
En esa búsqueda de identidad, el guión gira (a veces en exceso) a medida que la serie avanza para terminar llegando el punto de partida, explicando que todo está ya escrito, mucho antes de empezar a escribir.

Mr. Robot 2

Es cierto, que a priori, su estructura conceptualmente densa pero despojada de elementos decorativos y su temática (hackers protagonizando un thriller cibernético), pueden no encajar con el público generalista. Pero incluso así, después de haber sido premiada con el Globo de Oro y varios premios de la crítica, y una vez confirmada la segunda temporada, parece raro ver cómo ya no sólo las cadenas generalistas, sino las más avezadas como Movistar+ o Netflix, en principio no han dado muestras de una próxima emisión.
Resultaría divertido acceder a los ordenadores de los directores de contenidos de esas cadenas para intentar entender tanta coincidencia.

-sudo aptitude install proxy-connect
-sudo echo ‘ProxyCommand /usr/bin/connect-proxy -4 -S miproxy.domaine.com:port %h %p’ >> /etc/ssh/ssh_config
-miproxy.netflix.com
-sudo…

Manuel Antonio Mondoñedo es colaborador de LaEscena