FOTO: LOLO VASCO

El director ruso Alexander Sokurov estuvo presente en el Festival de Cine de Sevilla con un doble objetivo. El primero era presentar “Fairytale” en la Sección Oficial, su primera película en siete años y el segundo impartir una master class, enmarcada en “Voces esenciales“, el nuevo ciclo del certamen sevillano. Presentado por las periodistas Charo Ramos, coordinadora del ciclo, y Eulalia Iglesias, docente y  programadora del Festival de Sevilla, el director hizo un recorrido por su toda su vida, personal y profesional, con tal templanza y  misticismo que las personas que consiguieron la preciada entrada parecían estar escuchando una novela rusa en formato audiolibro. Estos son los capítulos de la “novela” Sokurov.

Capítulo I. Una infancia europea

La infancia termina siendo un espacio sensorial al que se vuelve para recordar y en el caso del director ruso es un recuerdo  sumergido, porque la casa y el pueblo siberiano en el que vivió  se encuentran bajo las aguas de una presa. Por eso se aferra a sus recuerdos, sobre todo sonoros, porque la Radio es fundamental en su vida. Ese medio estaba presente a diario en casa y le permitía escuchar conciertos sinfónicos y obras de teatro ruso, El cine llegaría después, mucho más tarde, por lo que el sueño de imágenes y ensoñaciones fueron sustituidas por la lectura. A pesar de ser una familia humilde, en su casa había una pequeña biblioteca de literatura rusa y europea que el niño Alexander releía una y otra vez. Ansiaba, además, cumplir años para poder acceder a la biblioteca privada, a los libros para adultos, escritos por Flaubert, Zola o Dickens, tres de los grandes autores de la literatura del siglo XIX. Así que, con estos ingredientes, hizo su primera reivindicación: “yo fui un niño europeo”.

Capítulo II. Cineasta por accidente

El joven siberiano decide estudiar Historia en la Universidad, lo que parecía ser su verdadera vocación. Pero el azaroso destino hizo que realizara prácticas como ayudante de dirección en la televisión regional. En ese momento empieza a apreciar que la imagen puede acercarse a la literatura para plasmar y elaborar historias.  Y decide ir a estudiar a la Escuela de Cine en Moscú, pero su encantamiento con el séptimo arte no dura mucho. Son decisiones que no siempre salen bien, “a veces no tenía posibilidad de elegir y elegía mal, hacia caminos difíciles”. Solo se encuentra cómodo con los profesores de la cátedra de literatura, lo que acentúa su interés por la palabra.  Además, sus ideas políticas tuvieron como resultado varias expulsiones.

Capítulo III. La debilidad militar

El padre de Sokurov fue militar, pero no por vocación. A los 17 años fue llamado a filas para participar en la Guerra Mundial. Comentó que era muy valiente y recibió muchas condecoraciones, pero no sentía aprecio por las películas bélicas, “no les encontraba sentido ni vergüenza”. Pero su padre era uno más entre los millones de hombres del país, de hecho “en Rusia siempre estamos viviendo en un cuartel a la espera de ir a la guerra”.  Y claro, en ese ambiente surge la pregunta. “¿Qué tiene en la cabeza un hombre armado?”. Sokurov nos da la respuesta, “los militares son la gente más débil que conozco, son críos a los que se les viste, se les da de comer, se les explica lo que tienen que hacer y viven en un estilo de vida dramático”.  Por eso comentó sentir compasión por ellos porque es una parte del pueblo ruso que está viviendo una tragedia. Eso se comprueba en el díptico “Las voces de la frontera” y “Obligación” centradas en el día a día de soldados, en  tierra o en un buque.

Capítulo IV: El arte no nos salvará

El director mostró su preocupación por las nuevas generaciones de artistas, “no tienen fe, ni confianza y cuando hablo de fe no me refiero a la religión o la ideología”.  Estaba haciendo referencia a la moral de la que recordó una frase de Dostoievski  “un hombre de moral alta genera acciones de una gran belleza, belleza en los actos, belleza en los gestos”.  Y llevó el tema a un ejemplo claro, tras escuchar el nombre de El Greco pronunciado por Charo Ramos. “Yo estoy devastado por el artista, por el dualismo religioso en sus obras”. Mientras otros pintores retratan a los santos desde la distancia, Sokurov piensa que el pintor cretense “se implicaba con sus personajes, sufría por ellos, por las personas que pintaba, es algo inexplicable”.  En resumen, la verdad del arte no la trae el presente, sino que hay que viajar al Renacimiento y al Medievo para encontrarla. O al Museo del Louvre, gran protagonista de “Francofonia” su obra de 2014.

Capítulo V. El juego de la política

Cuatro de los hombres más poderosos del siglo XX son los protagonistas de “Fairytale” su última película. Hitler, Mussolini, Lenin y Stalin se encuentran a las puertas del cielo esperando su juicio personal y son retratados por el director desde su vertiente humana, carnal o corrupta. Algo que se nos escapa a veces, por lo que recordó que “Hitler no habría llegada a donde llegó sin el carácter alemán, que su pueblo entendió bien, igual que el italiano que se exaltaba y lloraba escuchando a Mussolini”.  Dirigentes que fueron elegidos por las personas, “pero eran unos desgraciados, y las personas desgraciadas son muy peligrosas”.  Dirigentes que se dedicaban a jugar en los tiempos previos a la II Guerra Mundial, “nazis que iban al cine en París, mientras morían decenas de miles de civiles rusos cada día”. Un precio que la ciudadanía tiene que pagar frente al tumor político que llevan dentro los dictadores.  Así que es necesario vacunarse y “votar por las personas que valoran lo humano frente a lo político”.

Capítulo VI. Mas cines, por favor

Y lo de cines era literal, porque están desapareciendo en Rusia y eso es algo que preocupa mucho a Sokurov porque “la falta de cines es una muestra de degradación social”.  No le sirven las plataformas on line ni la pantalla del ordenador, “hay que reunirse en una sala conjuntamente, hay que sentir lo que piensa la persona que tienes sentada en la butaca de al lado”.

Capítulo VII. Amores que matan

Siempre reivindicamos que necesitamos amor, ese que no contiene amenaza, pero qué ocurre cuando nos llega en formato sobredosis. Buena reflexión que hace pensar en “Madre e hijo”, la película que abre la trilogía sobre los lazos familiares y la memoria. Algo que nos hace diferentes frente al resto de mamíferos, porque la naturaleza les separa cuando llega la madurez. No es nuestro caso, donde es imposible romper esos lazos, “asi que en ocasiones el amor mata, tanto en el sentido literal como en el figurativo”.

Capítulo VIII. Europa no ayuda

Y cuando estaba a punto de acabar, cuando el reloj se acercaba al minuto noventa volvió a aparecer Europa, esa hermana mayor que le acompañó en la infancia. Y lo hizo ante la pregunta sobre sus nuevos proyectos. “No me van a dejar filmar en Rusia y Europa entiende que los artistas rusos también son culpables de las decisiones de sus políticos”. Todo un dardo en nuestra conciencia.

Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64