FOTO: MARCOS MORILLA

Cuando entraron en la casa para desayunar yo me quedé afuera de pie apoyada en el muro, entre las flores. Era muy temprano. Cientos de pensamientos moteaban las profundidades del campo verde, sus pétalos eran como arlequines cuyos trajes danzaban en el viento. De pronto me acordé de que los pensamientos son plantas híbridas (medio europeas, medio asiáticas) cultivadas como flores de jardín. Su nombre tiene tantas variaciones lingüísticas como colores, ya sean “naturales” o biotecnológicamente creados. En español, su nombre deriva del francés pensée, simbolizando una manera de recordar. En cambio en italiano se le llama flammola, pequeña llama, nombre que parece venir al caso cuando pienso que Shakespeare utiliza los pensamientos en las obras de teatro Hamlet y Sueño de una noche de verano como sujetos que inspiran amor romántico cuando su néctar se vierte en las pestañas de una persona dormida. De manera que cuando la persona se despierta, se enamora locamente de la primera criatura que ve, anticipando las relaciones interespecies sobre las que escribiría la científica y teórica feminista Donna Haraway siglos más tarde. ¿Es posible enamorarse de una planta?

Se dice también que los pensamientos fueron llevados desde Europa a Norteamérica, donde son muy queridos al mismo tiempo que considerados como “maleza invasora” en algunos estados del sur. Weed or wonder? Una clasificación fatal para muchas especies. Tal vez por ello los anglosajones, cuya epistemología es más referencial que la europea, los llamen love-lies- bleeding (el amor se queda sangrando). La línea que clasifica un organismo como invasivo, exótico o nativo es delgada, y muy a menudo una cuestión política, legislativa o estética. Piensa en esto: los humanos hemos virtualmente alterado cada ecosistema del planeta hasta un punto en que dudo que haya una esquina de la Tierra donde no hayamos introducido plantas, animales, o al menos especies de bacterias. Entonces, si los mismos ecosistemas no son ya los ecosistemas “nativos”, quizá los organismos introducidos tengan lugar en estos nuevos sistemas. Como bien dice el biólogo Chris D. Thomas, cada proceso en ecología, cada proceso evolutivo, es dinámico, e imaginar que la naturaleza es una vieja maestra que necesita ser restaurada a un estado en particular, es una forma de ver que falla en no considerar el mundo como una matriz de conexiones.

Los tallos emergen de entre huecos negros, de la tierra. Las flores nadan como peces de luz sobre las sombrías aguas verdes. Tengo un tallo en mi mano. Yo misma soy un tallo y mis raíces llegan hasta las profundidades del mundo, a través de la tierra seca de ladrillo y a través de la tierra húmeda, a través de venas de plomo y plata. Mi cuerpo no es sino una sola fibra. Todos los temblores me sacuden, y el peso de la tierra me aprieta las costillas. *

Si las categorías y divisiones simbólicas fijan lo que, por naturaleza, no está fijado ni identificado, ¿qué cuerpos se cuentan como valiosos? ¿Cuáles se marcan como actores, agentes, y cuáles son retraídos a un trasfondo mudo y pasivo? ¿Qué cuerpos se mantienen vivos a cualquier precio, y cuáles sostienen nuestras vidas mientras que se les obliga a renunciar a la suya propia?

Pensando en escribir sobre aquello que tenemos en común con las plantas, me veo leyendo sobre la forma en que se construyen nuestros ojos. Una búsqueda en internet me informa de que hay tres tipos conocidos de células fotorreceptoras que se encuentran en nuestra retina. Dos de ellas (los conos y los bastones) convierten la luz en señales nerviosas que son transmitidas por el nervio óptico al cerebro. Estas señales contienen información utilizada por el sistema visual para formar una representación del mundo, para construir nuestra visión. Los bastones contienen rodopsina (también llamada púrpura visual), una proteína extremadamente sensible a la luz que permite nuestra visión en condiciones de poca luz. También tenemos la proteína Queratina 12 en el epitelio corneal y Cristalina B2 para mantener la estructura y función del cristalino. Todas estas proteínas fotorreceptoras están implicadas en la detección y respuesta a la luz en una variedad de organismos, no sólo humanos.

Las plantas utilizan la luz como fuente de información, no sólo como fuente de energía para realizar la fotosíntesis. A través de los fotorreceptores, leen su entorno y controlan su crecimiento y su desarrollo basándose en los cambios de luz. Al igual que nosotros, las plantas ven. Así como tenemos fotorreceptores en nuestros ojos, ellas tienen los suyos en sus tallos y hojas. La distancia entre lo humano y lo más humano es una cuestión de perspectiva. Pero todas estamos implicadas en estos enredos corporales, al menos a nivel celular.

En un momento dado, hace mucho tiempo, no existían ni el interior ni el exterior. Y entonces surgió, y lo que llamamos naturaleza estaba fuera: plantas y rocas y tierra, abejas y ríos, etcétera. Y ellos encontraron un modo de traerlo todo a casa y ponerle nombre, y acorralarlo en sus jardines y ponernos en las estanterías.**

El filósofo de la ciencia Michel Serres argumenta que el origen de la crisis ambiental se encuentra en nuestra relación fundamental con el mundo material que nos rodea: Dominamos y nos apropiamos de la naturaleza: tal es la filosofía compartida que subyace en la iniciativa industrial. Nuestra relación esencial con los objetos se reduce a la guerra y a la propiedad. Históricamente hablando, la naturaleza ha sido tratada por los humanos como una cosa para ser usada, explotada, comercializada, fetichizada y colonizada – así que lo que necesitamos, propone Serres, es un contrato natural que reconceptualice nuestra relación con los objetos materiales, los ambientes y las formas de vida no humanas, asimilando sus propias materialidades y dejando que sus fuerzas nos atrapen.

*Virginia Woolf “Las Olas”, Traducción de Lenka Franulic.
**Heidi Norton
, The Faceless Plant: Sketch for Timothy Morton, BOMB Magazine, Issue 145 / Donna Haraway, Seguir con el problema. Generar parentesco en el Chthuluceno (Consonni,2019)

BREVE CATÁLOGO DE PENSAMIENTOS Y OTROS INVASORES
Belén Rodríguez, Pedro García, Thomas Pausz, Miguel Ángel Tornero, Pedro Herrero Ferrán, Heidi Norton
Comisariada por Cristina Ramos
26 septiembre- 30 noviembre 2019
Estudiopablodelillo (General Zuvillaga 12, Oviedo)


Cristina Ramos
 es comisaria independiente