Los festivales de música indie hicieron boom hace ya muchos veranos en la inefable España. El FIB de Suede y el Doctor Music de Bowie. La guerra sucia del Summercase con el propio FIB (que parecía sacada de una peli de Scorsese). El gran absurdo del Primavera Sound. La irrupción del BBK, el DCode y el Mad Cool. Los festivales “low cost” en los que todo es muy precario, en el peor sentido de la palabra. Y muchos más. Supongo que los festis indie gozan de una salud de hierro en nuestro país, aunque algunos tengamos la premonición de que acabarán por convertirse en la enésima burbuja que explota en España después de las puntocom, el ladrillo y las librerías-café.

Seguramente la generalización sea necesaria para la construcción del lenguaje, pero generalizar también es profundamente injusto. Las palabras solas por sí mismas siempre resultan injustas. Al menos, esa es mi percepción. Las palabras necesitan encadenarse, unirse a otras para aportar algo de verdad (y si verdad les parece una palabra muy gruesa, usen entonces contexto). Con esto quiero decir que meter a todos los festivales indie de verano en el mismo saco es injusto por definición, como lo sería meter a toda la literatura, desde Camús a Dan Brown en el mismo cajón. En esta liturgia pagana enmarcada bajo el mismo nombre existen también clases: por un lado están los macrofestivales (que he acabado por detestar) y por el otro los pequeños festivales.

Los primeros abundan en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Bilbao…) y por supuesto, en la costa de Levante. Los segundos brotan en múltiples y diversas latitudes, y son los auténticos guardianes de la luz y el encanto. Para muchos, entre los que me incluyo, el macrofestival ha dejado de tener gracia. A estos macroeventos les sucede que de tanto usarlo, se les acabó el amor. A fuerza de competir y empeñados en hacer carteles parecidos a la lista de la compra de alguien que está verdaderamente dispuesto a dejar la bebida de una vez por todas, los promotores han convertido lo espléndido en pura vulgaridad.

No todos, claro, pero vamos a dejarlo aquí. La crítica ociosa (quiero decir, la crítica al ocio) está más cerca el cinismo que de la verdad y por eso resulta mucho mejor que dedicarse a despellejar carteles y eventos, mucho mejor que cuestionar si tiene sentido volver a ver a los Chemical Brothers por décima vez en cinco años, mucho mejor que la nada subversiva tarea de criticar el gusto y las motivaciones de los otros, invertir el tiempo en lanzar flores a lo que te gusta. A lo que consideras auténtico. A lo que te parece que esconde cierta apreciación por el buen gusto. Y en esos márgenes se sitúa el Prestoso Festival, claro.

Marem Ladson actuará en el Prestoso Fest 2018

 

Pues eso, que esta misma tarde empieza uno de esos festivales que merecen mucho la pena. El Prestoso es tan distinto del resto que solo por eso ya se merece una oportunidad. Resulta uno de esos extraños festivales en los que el cartel no importa demasiado en realidad. Podrías ir sin conocer a ningún grupo y seguro que te lo pasarías igual de bien que el que los conoce a todos. Puede que incluso mejor. Y creo que este es exactamente al punto al que quería llegar, aún sin saberlo. Cuando estás dispuesto a ir a un festival, incluso en medio del monte (o sobre todo en medio del monte) sin saber ni quién toca… es entonces cuando este tipo de eventos adquieren su verdadero sentido y significado.

Prestoso promete música honesta y paisaje frondoso, o música frondosa y paisaje honesto, da igual. También vinos, quesos y otras viandas del lugar. Hoy comienza una nueva edición (la tercera) en el Parador del Monasterio de Corias, en Cangas de Narcea. Toda una declaración de intenciones que cuenta con la actuación estelar de la elegantísima Marem Ladson y la fiesta post de los Maribel Sebastian Deejais, acostumbrados a poner patas arriba todo lo que tocan. Desde ahí, un fin de semana con un cartel lleno de buenas propuestas. ¿Destacados? Supongo que Rufus T. Firely y Biznada. También mis predilectos y efervescentes Kokoshca.

Una experiencia única esto del Prestoso, en un mundo en el que todos prometen (prometemos) experiencias. Claro que algunas son reales como nuestros pies y nuestras manos y otras son más bien made in Ray Ban, qué le vamos a hacer.

El Prestoso Fest se celebra entre el 28 de junio y el 1 de julio en Gédrez, Asturias
Toda al información en www.prestosofest.com

Dani Permuy es colaborador de LaEscena