"Los lugares a los que viajo no están en ningún mapa" (detalle). Héctor Blanco / FOTO: MÓNICA DE JUAN

“El Arte y las artes son dos asuntos enteramente diferentes. Tan diferentes entre sí como el Tiempo y los relojes. El Tiempo no es el singular de los relojes, sino algo enteramente distinto y quizá ajeno a la existencia misma de los relojes”.
Félix de Azúa. Sobre la definición de Arte.

Leí en el ya clásico Diccionario de términos de Arte de Guillermo Fatás y Gonzalo Borrás, que las creaciones plásticas son fruto de la unión de una idea y una técnica con un “toque” de creatividad. Es posible que ese Arte con mayúsculas cuente, entre sus ingredientes, con una justa medida de todas ellas, y también lo es, que en los debates sobre el tema el peso de la técnica nos lleve al ámbito de los oficios artísticos que en el mundo actual se podría traducir en los distintos tipos “De diseño”- expresión que dedico a Yves Zimmermann.

Elegir para presentar este artículo un fragmento de la argumentación sobre la definición de Arte de Félix de Azúa no es casual. Su comparación con el Tiempo me vino a la memoria cuando recorría la actual exposición “Proyectarte” en la Sala Borrón; en ella se presentan los mejores trabajos del alumnado de las ocho especialidades que se imparten en la Escuela de Arte de Oviedo: Amueblamiento, Arquitectura Efímera, Artes Aplicadas de la Piedra, Edición de Arte, Fotografía, Grabado y Técnicas de Estampación, Gráfica Impresa e Ilustración.

Dieciséis creadores muestran sus proyectos fin de estudios, un premio merecido tras un duro año de ejecución. Los resultados, en términos generales, son lo suficientemente buenos como para afirmar que el futuro de la creación plástica en nuestra región -en el amplio sentido del término- está asegurada. Se observan planteamientos formales y conceptuales de variado nivel, distintas disciplinas y un amplio arco generacional; una pluralidad de contenidos que siempre ha caracterizado este Proyecto que inició su andadura en 2009.

Ese Tiempo al que se refiere Félix de Azúa parece que esté debilitando nuestra memoria, hace que algunos proyectos pierdan su sentido original y que olvidemos la fundamentación pedagógica que debe de emanar siempre desde un Centro de Formación. Aquella iniciativa arrancó con el título “Éxito. Salidas profesionales de las enseñanzas artísticas” y sus objetivos se centraron en la difusión de los estudios que impartimos, la demostración del nivel y capacitaciones profesionales de los mismos y, por extensión, la promoción de nuestro alumnado utilizando, para ello, todos los instrumentos didácticos a nuestro alcance. La coordinación y mimo en el diseño de la exposición -desde la imagen gráfica hasta el cuidado montaje-, deben favorecer una visión compacta de la muestra que, desde su diversidad, refleje un proyecto perfectamente coordinado y con sentido. Es necesario recuperar ese aspecto de unidad que está quedando desdibujado. “Proyectarte” debe ser una propuesta coherente que, desde la riqueza de disciplinas y matices, transmita una Escuela compacta.

Realmente, tras estos comentarios previos, hay otra reflexión en voz alta sobre algo más importante y que tiene que ver con los propios estudios que impartimos. Cuando recorremos la exposición surgen muchas preguntas sobre el sentido y orientación de algunas especialidades y sobre ese carácter profesional para el que fueron creadas.

IMAGEN 1. «Horizonte», Alejandro Padrón. Grabado y Técnicas de Estampación / FOTO: MÓNICA DE JUAN

 

Llaman la atención los trabajos del Ciclo Formativo de Artes Aplicadas de la Piedra (actualmente sustituido por el de Escultura Aplicada al Espectáculo) donde los proyectos de Tino García (imagen 2) y Marcos Fernández (imagen 3) presentan, tras su rigor técnico, una profundización en el ámbito de la zoología y paleontología. Los trabajos de Ilustración siguen destacando por la calidad y originalidad de sus propuestas, Diego Fonteriz (imagen 4) mediante una interpretación muy personal, plantea un nuevo acercamiento a la mitología asturiana y Aitor Fernández (imagen 5) con “H.G.M.” -Humanos Genéticamente Modificados-, crea intrigantes ilustraciones sobre experimentos genéticos con seres humanos. Existe proximidad formal entre estos trabajos y la propuesta que, desde la especialidad de Edición de Arte, presenta Rocío Peña (imagen 6) con su proyecto editorial infantil “El Erizo Glotón” y, dentro de la misma especialidad, con un planteamiento radicalmente distinto, Rodrigo Álvarez (imagen 7) en “Los Muertos”, propone una síntesis formal y conceptual entre la tradición y la actualidad del libro de artista.

La pulcritud que viene caracterizando los proyectos de Gráfica Impresa queda reflejada en la propuesta de Ángela Fernández (imagen 8) que, con sencillez gráfica y un uso acertado de la tipografía, desarrolla su trabajo sobre la identidad corporativa del Jardín Botánico, mientras que, desde planteamientos puramente conceptuales e indagatorios, Andrés Torcida (imagen 9) analiza y profundiza en el sugerente ámbito de la “visualización musical”.

Mi interés personal por los trabajos de la familia profesional de Diseño de Interiores me permite destacar el alto nivel técnico y estético de los proyectos seleccionados para esta edición. Siempre se echa de menos un desarrollo tridimensional -maquetas, representaciones virtuales o animaciones- que permita romper con la aspereza, un tanto abstracta, de lectura e interpretación de planos, perspectivas o renders, pero hay que reconocer que los dos trabajos de esta familia profesional son excelentes, tanto el proyecto de Arquitectura Efímera de Graciela Valdidares (imagen 10) -de inspiración constructivista- rigurosamente documentado como el de Amueblamiento de Marta Careaga (imagen 11), un espacio Co-Working con una estética minimalista de inspiración oriental.

Proyectos reseñables, no sólo desde un dominio de recursos técnicos, sino sobre todo por su capacidad de plasmar la realidad (captar otras realidades) y saber comunicarla, los encontramos entre las propuestas de Fotografía que, desde una pluralidad de enfoques capaces de abarcar temas tan interesantes y complejos como las migraciones, en “As praias desertas” de Noemí Díaz (imagen 12), la reflexión y crítica al entorno cercano en “Otros Paraísos” de Sergio Braña (imagen 13) y, especialmente, el excelente trabajo documental -personal y sincero- de Dalia Rodríguez (imagen 14) sobre la abuela Concepción.

Por último, hay que destacar los tres proyectos seleccionados de Grabado y Técnicas de Estampación. Poseen ese ingrediente artístico y personal que enriquece notablemente la muestra, son en sí una exposición y, aunque no están convenientemente expuestos, con ellos entra en debate el peso de la tradición y del oficio con las nuevas técnicas y caminos hacia los que derivan estas disciplinas. “8 poemas∞Szymborska” de Luci Santamaría (imagen 15), es un trabajo exquisito que se debate entre el amor por el oficio y la ruptura de los límites de la estampa, indagando en el mundo de la Edición. Contrapunto de “Los lugares a los que viajo no están en ningún mapa”, una personalísima aportación de Héctor Blanco (imagen de portada), trabajo de una fuerza conceptual poco frecuente, de interacción de disciplinas que potencian un discurso sobre la desubicación y la desaparición del Tiempo. Son el Tiempo y el Espacio argumentos suficientes para valorar “Horizonte”, un trabajo de Alejandro Padrón (imagen 1) que sirve como colofón a este artículo: desde su complejidad técnica, consigue trasladar referentes autobiográficos a un lenguaje universal con el que todos nos podríamos identificar.

Cuando la sensibilidad personal transciende a la obra, el resultado es excelente.

Proyectarte
Sala Borrón. C/ Juan Benito Argüelles, Oviedo.
De martes a viernes de 11:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 h.
Hasta el próximo 16 de junio


Santiago Martínez
es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es