The Band / FOTO: ELLIOTT LANDY

Se ha muerto Robbie Robertson, uno de los fundadores de The Band, guitarrista, autor de canciones, productor… Líder de aquella banda única, magistral, imperfecta, fundacional, formada por aquellos galantes caballeros, en palabras de Bob Dylan, que así reconoció que le protegieran en el escenario cuando decidió torcer el camino de la historia de la música folk, cuando decidió que él no era quien otros pretendían que fuera y se enchufó a la corriente eléctrica. En acciones muchas veces organizadas, en Estados Unidos y en el Reino Unido, por jóvenes de izquierdas defensores del folk más puramente acústico como herramienta de lucha, con la famosa acusación de «Judas» al judío Dylan, tocar era complicadísimo y al escenario llegaban objetos y los abucheos eran constantes y el ánimo de reventar los conciertos. Y el de Duluth, Minnesotta, les decía a aquellos chicos que, pasara lo que pasara en el escenario, nunca dejaran de tocar, y así lo hicieron, y Dylan les concedió el gran título de galantes caballeros.

Robbie Robertson es el autor de una de las canciones fundamentales de la historia de la música, es el autor de «The Weight», canción enorme, aventurera, que se engarza en la genealogía de lo que Homero nos cuenta en la Odisea, la vuelta a casa tras un viaje largo y lleno de peripecias y de personas que se encuentran en el camino; la vuelta a casa sabiendo que alguien nos espera, como la Isis otra vez de Dylan. Robbie Robertson es el autor de «The Night They Drove Old Dixie Down», esa canción acerca de la Guerra de Secesión, escrita desde la mirada de un pobre soldado sureño y en la que el único componente del grupo que venía del profundo sur, Levon Helm, le tuvo que decir que retirara la inicial referencia a Abraham Lincoln, pues en esa tierra dura y ardiente no se entendería esa alusión. Robbie era canadiense, hijo de una mujer mohawk que vivía en la reserva Six Nations, cerca de Toronto. La familia de Robertson pide que no se compren flores ahora, por su muerte, sino que se haga una donación a la reserva, para sustentar su Woodland Cultural Centre.

Yo quería encontrarme a Robbie Robertson en mi barrio, el Oviedo Antiguo. Fantaseaba con ello. Puede resultar una tontería, pero muchas personas sabemos que nuestros héroes de la guitarra y de la canción se convierten en compañías materiales, además de espirituales, y nos dirigimos a ellas como a las buenas amistades, como a los inaprensibles amantes. Quería tropezarme con Robbie en mi barrio, en lugar de tropezarme con algún vecino huraño, tropezármelo, invitarlo a la sala de mi casa y allí, con un puñado de gente querida, no más de ocho personas, a las que también invitaría (esas personas cómplices en la amistad y en la canción), poder escucharle tocando el solo de «Forever Young», como lo tocó en The Last Waltz, cuando la cámara baja para ver aparecer el sombrero de Bob Dylan.

Ya no podrá ser. Ya nunca me encontraré a Robbie en mi barrio. Me temo que tampoco a ese otro vaquero llamado Kris Kristofferson, que vive aún, pero viejito y desmemoriado… Otro viejito es el único componente de The Band que vive ahora, el genial Garth Hudson. Richard Manuel, Rick Danko, Levon Helm, aquellos con los que Robbie no pudo en sus mares de adicciones, fallecieron ya antes, dejándonos ese documental que debería ser objeto de asignaturas universitarias que costaran muchos créditos y poco dinero, para que pudieran acceder a ellas todas las personas, esa lección magistral de música popular que es The Last Waltz, con el saxo de Garth al final de otra de las canciones de Robbie, «It Makes No Difference», momento cumbre de la nostalgia.

Sirvan estas notas, apresuradas e impresionistas, de despedida a uno de mis músicos favoritos, a una compañía que ansiaba encontrar en mi barrio, a un enorme escritor de canciones, un gran guitarrista, al creador del universo alucinado de «The Weight». Con todo mi agradecimiento y toda mi deuda, con todo mi respeto a ese galante caballero, que tanto vamos a añorar.

Belén Suárez Prieto es colaboradora de LaEscena
belensuarezprieto.es