El Festival Internacional de Cine de San Sebastián ha roto el techo de cristal con el que convivía desde hace sesenta y cuatro años. La culpa la tiene el Jurado Internacional, presidido por John Malkowich, que ha destacado películas “aparentemente” vetadas en la norma no escrita de los jurados. La primera y evidente ha sido otorgar la Concha de Oro a “The Disaster Artist”, una ácida comedia dirigida por el actor James Franco. Una doble C, comedia y comercial, que siempre impedía acceder al premio y que este año parecía más evidente, porque en la sección oficial apenas se pudieron ver películas comerciales, si exceptuamos “C’est la vie” dirigida por Eric Toledano y Olivier Nakache, artífices del bombazo “Intocable”.
“The disaster artist” se mueve en una doble clave. Por un lado es una aventura familiar en la que James Franco está acompañado por sus hermanos y su amigo Sett Rogen. Por otro, el reconocimiento a Tommy Wiseau el director de “The Room” reconocida como la peor película de la historia. La película en la que se basa la propuesta de Franco está considerada como el “Ciudadano Kane” de las películas malas y ha generado un fenómeno de culto entre quienes la aprecian irónicamente. James Franco arma una “simple” comedia sobre un hombre loco que tenía grandes sueños, reflejo de los revueltos tiempos en los que vivimos. La propuesta del actor/director, que busca luz e inspiración, llegará a los cines españoles en el mes de enero y lo hará con el refuerzo de la Concha de Oro.
Otro mantra desmentido por el jurado ha sido el de no ser profeta en su tierra. Los directores Joan Garaño y Aitor Arregui pasan a la historia del certamen donostiarra al colocar “Handía” como primera película vasca que alcanza el pódium del palmarés. “Handía”, grande en español, gira en torno a los profundos lazos afectivos tocados por el impacto desgarrador de un mundo moderno que arranca con fuerza y amenaza su modo de vida. Una historia de cambios y transformación centrada en la historia de dos hermanos afectados por la guerra carlista de 1836 y por el anormal crecimiento de Joaquín, que terminará siendo el hombre más alto de Europa, motivo por el que recorrerán toda Europa de feria en feria.
El tercer bloqueo derribado ha sido reconocer a una mujer como mejor realizadora, algo inédito en las seis décadas de festival. El reconocimiento ha recaído en la argentina Anahí Berneri que dirige un drama en torno a una mujer que trabaja como prostituta y cría a su pequeño hijo en medio de una complicada vida. “Alanis” es una pequeña película en diseño de producción que tiene, en el fondo, una clara temática política. La película sale reforzada del certamen porque su protagonista, Sofía Gala, se llevó la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina. La actriz asume el papel de prostituta que no se presenta como vícitima, sino como una mujer que tiene recursos y lucha para sobrevivir.
El cine argentino también se coló en la lista porque Diego Lerman se llevó el premio al mejor guión por “Una especie de familia” co-escrita con María Meira. La historia, interpretada magistralmente por Barbara Lennie, se centra en una doctora que quiere asumir su maternidad mediante una compra ilegal de un niño en una comunidad rural del sur del país.
“Pororoca” de Constantin Popescu, fue aclamada por la crítica pero se ha tenido que conformar con la Concha de Plata a la mejor interpretación masculina a Bodgan Dumitrache. El actor representa a un padre devastado por la desaparición de su hija, una actuación que golpea a los espectadores con una fuerza emocional directa.
Por último, el Jurado ortorgó una mención especial a “Ni judge, ni soumise”, sin duda una de las películas más políticamente incorrecta del Festival. Se trata de una historia que navega entre la ficción y la no ficción, a través de la juez Anne Gruwez, conocida en Bélgica por sus corrosivas y polémicas sentencias. Una excusa para hacer una radiografía del sistema judicial realizada por Ives Hinnat y Jean Libon.
Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64