"Sauce cabruno", óleo /lino, 16x24 cm, 2020.

Josefina Junco expone “Silencios” en la Galería Cornión de Gijón, una estimulante muestra de óleos que poseen la fuerza cromática y expresiva que, desde siempre, caracteriza su pintura, pero que sorprende, en algunas de las obras, por una temática muy personal, autorreferencial. Es interesante contemplar estos nuevos trabajos de la artista que, desde 2016 con su exposición “Caminos”, no había vuelto a realizar una muestra individual. Tras una primera impresión, de una energía vivificante que irradia desde sus cuadros con fuertes contrastes de color, existe un trasfondo existencial que lleva a un acercamiento callado. Estamos ante pinturas sinceras, que hablan desde lo más hondo.

Revisando su trayectoria, que de manera precisa resume el crítico Juan Manuel Bonet en el texto de presentación, se advierte la gran coherencia de su trabajo que, con los años, se ha visto consolidada. Recuerdo una contundente afirmación de la artista: “Aspiro a no ser una pintora a la moda”, y esa aspiración se muestra sobradamente cumplida cuando observamos “Silencios”.

Posee un estilo inconfundible, heredero de una escuela de artistas que recurren al color como lenguaje expresivo y simbólico, y una delicadeza en el dibujo que nos lleva hasta las exquisitas e informales pinturas de Raoul Dufy, también por el generoso y particular tratamiento de las gamas cromáticas. Las obras de Josefina Junco se escapan a cualquier clasificación estilística, aunque estemos tentados de relacionarlas con las propuestas de algunas creadoras del ámbito surrealista, como Remedios Varo o, especialmente Maruja Mallo, por la singularidad de los encuadres y puntos de vista elevados, los cambios de escala, o por un tratamiento simplificado de las figuras. El carácter secuencial de algunas piezas, como el tríptico “Infancia”, nos habla del interés de la autora por trasladar a su pintura sus experiencias, que adquieren un sentido narrativo cercano al ámbito literario en el que, por formación, profesión y devoción está plenamente involucrada. Lo conforman “Día de fiesta”, “La escuela” y “Raíces”, cuadros de deslumbrante color con los que la autora comparte sus recuerdos, haciéndonos partícipes.

«Día de fiesta», del tríptico «Infancia», óleo/lino, 140×110 cm, 2020.

 

Son pinturas con las que es fácil empatizar, hablan desde la naturalidad y desde la sencillez para tocar asuntos importantes de la vida. Hay paisajes conocidos del ámbito asturiano, los azules del mar de Gijón o los verdes de los campos de Arriondas, y lugares del interior de España, como Consuegra, en La Mancha, una hermosa alusión al Quijote y sus molinos. Pero también hay “paisajes sin nombre”, y no porque no tengan título, lo tienen, como “Amaneciendo” o “Sintonía”, pero que, por su indefinición espacial, poseen ese carácter universal con el que todas las personas podemos identificarnos. Advierto en ellos frescura y una libertad técnica y cromática que les confiere una belleza singular; pinturas un tanto hipnóticas, donde la artista muestra su tremenda sensibilidad hacia el color y una generosa presencia de los pigmentos con expresivas pinceladas que permiten advertir cómo la clave de toda obra de arte está en el mismo proceso creativo.

Hallamos en esta exposición otro tipo de temas que podríamos calificar como “paisajes de interior”, obras claramente autorreferenciales, muy personales, íntimas. Pinturas que cautivan a quien las contempla: “Viento”, “Reloj” o “1945” son auténticos poemas visuales que aúnan la nostalgia del recuerdo con toda la simbología contenida en la armonía de una flor. En estas pinturas el color se muestra suavizado y las figuras nos trasladan al blanco y negro de las fotografías de antaño. La presencia de jarrones con rosas, de exuberante y efímera belleza, remite a los sentidos, a la vista, al tacto, a su perfume… pero también alude a su caducidad, a esa eterna reflexión sobre el tiempo y sus estragos que enlaza con una larga tradición plástica y literaria en torno al fin de la vida, de nuestra propia existencia. En este sentido, recuerdo la atracción que ejercieron las plantas sobre Georgia O´Keeffe, otra gran conocedora del lenguaje de las flores y su simbología, y gran admiradora de El libro del Té de Kakuzo Okakura y, en especial, el capítulo dedicado al poder mágico de las flores y su fragilidad eterna, “no nos atrevemos a morir sin ellas”.

Acercarse a la galería Cornión y visitar “Silencios” no solo es una ocasión para conocer las últimas creaciones de Josefina Junco, para admirar una pintura sincera, que consigue emocionarnos desde la sencillez y honestidad que toda obra de arte debe posee, es, además, una oportunidad única para disfrutar de la libertad absoluta que desprende cada una de sus pinceladas.

«Silencios», de Josefina Junco
Galería Cornión
C/ La Merced 45, Gijón
Hasta el 30 de abril

 

[Publicado en La Nueva España el día  21 de abril de 2022]

Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es