frío y brillante como el cuero llega el día
acompáñame trino sé mi cortejo por ti abro la ventana
no es sólo un recordatorio mi gesto
ni aspira a deshacer en este espacio la espesura
mis pensamientos indistinguibles y en tensión
astas de ciervos enfrentados en la cólera
o la fiebre
el aura propio cuando pretendes contemplarlo
acompáñame trino imponte a la prisa del acero
a las voces sueltas del otro lado ayúdame
a sobrellevar la indecisión de la luz
la hostilidad de la fábula esta sed que me somete
como quien se empeña en decir la última palabra
no se podrá cantar en los templos
no pasa nada siempre fue el templo la canción
sucede la lluvia al trino como un desquite
y suena la tierra sorprendida
sería otra cosa la intensidad si durase
vuelve pájaro y atraviesa la tormenta
hazme creer
que el desgaste es en realidad templanza
vuelve y convénceme de eso.
Chus Fernández es escritor
