Al escuchar la palabra ‘política’, hay quien siempre se echa la mano a la pistola (aunque hay a quien le sucede lo mismo al escuchar la palabra ‘cultura’, y eso es mucho más grave).
A pesar de las suspicacias que podía generar, la plataforma ciudadana Tabacalera Gijón ha querido incluir la política en el texto de su recién publicado manifiesto, dotando la expresión de mayor significado y ganando, de paso, una enorme credibilidad.
Al margen de lo que suceda en el futuro, Tabacalera Gijón ha sentado definitivamente las bases de algo que transciende al histórico edificio de Cimavilla, algo que tiene mucho que ver con la esencia misma de la ciudad y con lo que Gijón quiera ser en el futuro.
Que esta plataforma ciudadana pretenda generar una transformación de la política de nuestra ciudad tiene que ser entendido mirando mucho más allá de los clásicos partidismos y de los plomizos eslóganes de izquierdas y derechas, hasta alcanzar al alma misma de la comunidad (resulta importante remarcarlo porque se corre el riesgo de que algún político municipal lo entienda todo al revés y acabe pulsando el botón del pánico).
Tabacalera Gijón, que por encima de edificios y particularidades nace con la pretensión de proyectar la ciudad hacia una nueva dimensión cultural, ha sido valiente y honesta en su manifiesto en unos tiempos en los que casi nadie lo es. A la hora de redactarlo, hubiese resultado relativamente sencillo que suavizaran el tono y el contenido hasta crear un documento más digerible de cara a la administración: quitar esto o poner lo otro, suprimir detalles sin aparente importancia… pero Tabacalera Gijón no ha querido esconder el bulto y ha dejado claro que, a estas alturas, no piensa pedir perdón por picar a una puerta que también es la suya, ni hacer concesiones de cara a la galería. Mucho más importante que los brindis al sol resulta explicar de manera clara la intenciones reales de la plataforma, que pasan por la auto-gestión, guste o no. Eso es precisamente lo que han hecho: hablar claro y sin artificios: sin trampa ni cartón.
El texto del manifiesto (que puede encontrarse fácilmente en la red) puede gustar más o menos, sin embargo, resulta innegable que, por discursos claros como el que defienden (fruto del conocimiento, la transparencia y la capacidad organizativa), Tabacalera Gijón se ha ganado, en muy poco tiempo, el respeto de todos; parece evidente que la primera idea de esta plataforma, la de convertir el emblemático edifico de Cimavilla en un centro auto-gestionado de creación cultural de referencia es algo que puede y debe hacerse; ahora solo queda encontrar la manera.
Dani Permuy es colaborador de LaEscena