Guillermina Caicoya presenta la muestra de Teo Soriano (Mérida, 1963), Pinturas y ensamblajes, continuando en su apuesta por las producciones sobrias y austeras en apariencia que la caracterizan en esta última temporada, como reflejan las propuestas de Paco Fernández y Jorge Flórez.
El trabajo que nos presenta Teo Soriano es una síntesis de sus últimas creaciones. Las exposiciones en la galería Miquel Alzueta de Barcelona y Madrid (2010), en el Palacio de exposiciones Kiosko Alfonso, A Coruña (2011) y, más recientemente, en la galería Veintinueve de Palma de Mallorca (2014) y en la Casa da Parra de Santiago de Compostela (2015), son ejemplo de una riqueza y pluralidad de lenguajes plásticos en los que el artista se mueve con fluidez. Revisando estas exposiciones, se advierte su interés por ámbitos tan diversos como complementarios: el collage, el ensamblaje, la instalación o la pintura, pero siempre vertebrados por un mismo discurso en el que se funde lo material y lo esencial.
Tras la aparente simplificación formal, tras sus colores de singular belleza, exquisitos y aterciopelados, se encuentra una profunda reflexión sobre “el hecho artístico”, sobre “el ser y no ser” de la obra de arte. Los cuadros y ensamblajes que contemplamos están en esa débil frontera entre el objeto puro y la pintura pura, y es, en esa indefinición, donde la materia -en su exceso o en su sutileza-, resulta triunfante.
La rotundidad de la obra responde a las premisas más exigentes de los artistas que, desde los años 80, defienden el acto de pintar sobre los presupuestos conceptuales. Me refiero a Tàpies y, más aún, a los miembros del Grupo Trama, como Broto, Grau y, sobre todo, Gonzalo Tena, menos conocido pero más contundente. La presencia física de la materia y, con ella, su textura, relieve, escala, formato y color parecen renacer y reivindicarse de nuevo. Hay algo experimental en la superposición de planos y en el desbordamiento de la masa pictórica que nos lleva a pensar en un artista que quiere recuperar la pintura en su valor tautólogico, como “pintura-pintura”.
El eclecticismo de sus obras aporta un matiz atemporal que las aleja de clichés y clasificaciones ortodoxas. Teo Soriano ha puesto su mirada más allá de las fronteras, en un horizonte cambiante que la crítica de arte norteamericana Rosalind Krauss ya había anunciado para el arte contemporáneo como de naturaleza mestiza.
Ante cada una de sus obras percibimos la intensidad vivida en el proceso creativo: el rigor estructural está ahí, es su alma y lo advertimos, a pesar de que la superficie pictórica, con sus arrugas y cicatrices, la intente ocultar.
Galería Caicoya Art Projects
C/ Principado 11, Oviedo
11 de marzo – finales de abril
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Santiago Martínez es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es