Ya nuestra vida es una más:
cena y serie entre semana,
película en el sofá los domingos,
ese olor que trae la lluvia
y convierte al modelo en alguien
que intenta parecerse a su reflejo.
Pasó el grito a ser impertinencia,
a pesar de esta necesidad de un cordel en torno a mí que me sujete,
de otras manos bajo mis axilas,
una fuerza contraria a la mía que me mantenga alzado,
lo que me lleva
a la vieja que hoy, frente al portal,
se ladeó como si no se decidiese a caer
o la caída fuera para ella una sorpresa
(una verdad a la que habría de adaptarse)
y en el suelo, bocarriba, le dijo a su marido:
Por qué me dejas, no puedes dejarme.
Me obsesiona últimamente la idea de algo que podríamos llamar centro,
también de entre los lápices nos decantamos siempre por el más afilado,
confundiendo, quizá, la perfección con la pureza.

Chus Fernández es escritor