Cerca de Peña Mayor, fotografía de Klara Konkoly-Thege

“Ven” es el proyecto en el que está inmersa actualmente la artista Klára Konkoly-Thege junto a Carmen Montes y Aida Fernández, tres mujeres que, desde localidades cercanas a Sierra de Peñamayor -Nava y Bimenes-, desarrollan sus respectivos trabajos en comunicación con la naturaleza, siempre inspiradora y fuente de creación. El interés de “Ven” está en la singularidad de cada propuesta que, desde ámbitos distintos -el taller de escultura cerámica de Carmen, el huerto orgánico de Aida y el estudio de pintura de Klára-, plantean un objetivo común: dinamizar artística y culturalmente el entorno en el que viven. Son creadoras que nos acercan a un mundo rural clave en la gestación de sus proyectos, sumergiéndonos en sus oficios y disciplinas con naturalidad, distanciándose de los siempre “encorsetados” e interesados ambientes que se siguen fomentando desde las instituciones públicas, y propiciando una reflexión sobre la necesidad de volver a los orígenes, a los sabios referentes que la naturaleza aporta; es en ellos donde aún perdura la autenticidad. En “Ven” las sinergias entre las creadoras se transmiten al visitante que se siente partícipe de los proyectos y de la energía positiva que desprenden.

Sigo con mucho interés la trayectoria artística de Klára Konkoly-Thege, creadora de origen húngaro afincada en Bimenes que propone conocer in situ su entorno de trabajo, su taller y los dibujos y pinturas desarrollados durante el confinamiento y tras él. En febrero de 2019 expuso sus pinturas bajo el título “En busca de la paz” en Decero Creativo de Oviedo y, poco después, disfruté de su instalación “El Gabinete de la Reina del Ajedrez” en la sala LAi -Laboratorio de Arte íntimo- de Gijón, donde formas tridimensionales nacidas de trozos de madera reciclados, pintados en blanco y negro generando efectos ópticos, se transforman en objetos artísticos de gran ductilidad y belleza. Es sorprendente la capacidad de esta autora para cambiar de registro, para pasar de la valoración de la tinta y el lienzo al volumen, y de éste a la instalación y a la acción perfomática. Las piezas escultóricas nacen de las sugerencias que provocan las propias irregularidades de la madera, sus cortes, grietas y nudos y, desde un evidente carácter lúdico, se van transformando gracias a la colaboración del espectador/actor que las modifica y combina libremente. Todos estos ingredientes que configuran su trabajo son indicadores del dominio de diversas técnicas pero, sobre todo, de una visión integradora y certera del proceso que en Klára está dominado por la energía procedente de su profunda y respetuosa conexión con el medio y con la materia prima de su creación, ya sea un paisaje referencial o un tronco de árbol encontrado.

En la visita a su estudio de San Julián de Bimenes pude contemplar dibujos orgánicos de pequeño formato realizados con lápices de colores sobre papel y detenerme en las obras monócromas concebidas con acrílico y tinta china aplicada con grandes pinceles, cuyo grafismo, de aspecto oriental, fluye con naturalidad sobre un fondo neutro y homogéneo. La rapidez y soltura en la ejecución permiten captar la esencia de las cosas, relacionando su trabajo con el texto Primavera 2020 que la autora ha escrito durante el confinamiento y en el que recoge esta frase del poeta húngaro Weöres Sándor: “El mundo es amplio como el sueño, sin embargo cabe en una flor”.


Santiago Martínez
 es profesor de Historia del Arte
saguazo@yahoo.es