Literal. Por cantidad y destino. Una abundante retrospectiva del director Wong Kar Wai se verá en la séptima edición de la Semana del Cine Contemporáneo de Oviedo. El certamen, ya asentado en el calendario audiovisual de la región, proyectará “Deseando amar”, A Tears Go By”, “Days of Being Wild”, “Chungking Express”, “Fallen Angels”, “Happy Together” y “2046”. Las películas, recién restauradas, se podrán ver entre el 20 y el 28 de marzo a las 19.00 en el Teatro Filarmónica. Sin duda una excelente oportunidad para revisar o redescubrir el itinerario del aclamado director para el que «todo es cuestión de azar, nada se pretende de antemano”.
Las siete películas seleccionadas son un pasaporte al mundo carismático y melancólico de un artista que balancea entre la tragedia romántica, la sangre empapada o la extraña comedia. Las obras han hechizado a una audiencia global y sirven de inspiración a nuevas generaciones de cineastas, con sus arriesgados trazos estilísticos y una constante y enigmática belleza.
Su pasión por el séptimo arte le fue transmitida por su madre, una mujer moderna y cinéfila con la que pasaba mucho tiempo en los teatros de Hong Kong. Wong Kar Wai fue testigo de los inicios de la Revolución Cultural en China, en la que se cerraron las fronteras entre Hong Kong y la República Popular China. Por eso no vio al resto de su familia hasta quince años después, ya que ellos siguieron viviendo en Shanghai.
“Y así pasan los días, y yo desesperando y tú contestando quizás, quizás, quizás“, tiempo que dedicaba a ver películas de la Nouvelle Vague o practicando fotografía en los ratos libres que le dejaban sus estudios en artes gráficas. Y cuando se gradúa comienza a trabajar como asistente de producción y guionista para películas de televisión y series de televisión. Durante todo este tiempo la colonia británica se convirtió en fuente de imaginación, dejando huella que recuperaría años más tarde en sus películas. La metrópoli es un personaje más de su filmografía, de hecho ha comentado en más de una ocasión que “Hong Kong es un poco mi musa”.
Su trabajo como guionista en la industria cinematográfica le llevó a colaborar con el director Patrick Tam, encuentro determinante porque éste le produciría su primera película “ A Tears Go By”. Estamos en 1988 y el director expone las estructuras sociales a través de una historia de amor que gira en torno a los estereotipos del cine Made in Hong Kong, con John Woo como referente. No hay mucha acción, pero las interpretaciones son consistentes y ya sobresale su diseño visual innovador. La película se presentó en la Semana de la Crítica de Cannes, pero los críticos europeos la consideraron demasiado violenta. Años después Tarantino se llevaría la Palma de Oro en el mismo certamen. Cosas que pasan.
La segunda película “Days of Being Wild” es una inmersión melancólica y hermosa en la desolación de las calles, manteniendo una distante compostura en todo el metraje. Wong embarca en 1990 a grandes estrellas del cine oriental como Leslie Cheung y Maggie Cheung para rodar la búsqueda del amor y la pertenencia y lo hace incorporando un elementos que será determinante en sus posteriores películas, el despliegue de la música pop de los sesenta como dispositivo de distanciamiento y sus primeros planos arqueados.
Más tarde rodó “Ashes of Time”, una película histórica galardonada con el premio a la mejor fotografía en el Festival de Cine de Venecia. Una excepción en su filmografía, ya que decide volver a la esencia de su cine y recupera personajes anónimos en el Hong Kong contemporáneo. Filma de noche, cámara al hombro y sin permiso, en el barrio de su infancia y termina empaquetando “Chungking Express” su mayor éxito comercial. La película cuenta la historia de los amores imposibles de un asesino, dos policías y una camarera, con una explosión de colores, giros en la historia y el habitual amor por la música. Esa mezcla de energía adolescente y melancolía adolescente hace pensar en Rimbaud , lo que da pistas por el profundo apego que tiene Wong Kar Wai hacia la literatura, reconociendo a Manuel Puig y Gabriel García Márquez como importantes referentes.
Un año más tarde rueda “Fallen Angels”, un neo noir hipotérmico y animado, cuyo rodaje estuvo rodeado de obstáculos, lo que llevó a Wong Kar Wai a rodar una película casi terminada. El público, ajeno a lo sucedido, aplaudió el resultado, gracias a los solitarios personajes que se mueven en medio de una urbanidad impresionante. En un Hong Kong bañado en neón, los caminos de cuatro personas se cruzan. Uno es un joven asesino a sueldo que evita las decisiones y, por lo tanto, disfruta de su trabajo. No tiene que decidir quién debe morir, otros lo hacen.
En 1997 el director cambia Hong Kong por Buenos Aires donde ubica “Happy Together” una conmovedora historia de exilio y distanciamiento que se llevó como premio la mejor dirección en el Festival de Cine de Cannes. Kar-Wai retrata en monocromo luminoso y colores exuberantes, los altibajos de la relación entre dos hombres opuestos, que no pueden el uno con el otro y tampoco el uno sin el otro. Otra vez la música está presente. El título irónico de la película cita la melodía de 1967 de The Turtles. Otra vez la literatura. La historia se inspira en las novelas de Manuel Puig.
El cambio de siglo y de milenio llega con “In the Mood for Love”, largometraje que redescubre temas que le son queridos como el amor y la memoria. El cineasta saca adelante un antiguo proyecto, recrear el entorno que había conocido de niño en Hong Kong, el de los chinos que abandonaron China en 1949 cuando los comunistas llegaron al poder. Y centra la historia en un hombre y una mujer que son arquetipos de oportunidades perdidas y amor tácito, colocados en cautiverio por las barreras de las convenciones sociales. Ya lo canta Nat King Cole a lo largo del metraje “siempre que te pregunto que cuándo, cómo y dónde tú siempre me respondes quizás, quizás, quizás”. Y es que la música toma más protagonismo que nunca, gracias al delicado tema “Yumeyi” compuesto por Shigeru Umebayashi, que marcó la historia de las bandas sonoras del presente siglo. Tony Leung se llevó el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes.
Cuatro más tarde se estrena “2046” una especie de secuela de “In the Mood for Love”, que combina el aire lánguido de anhelo romántico de esa película con una estructura vertiginosa de salto en el tiempo y un giro de ciencia ficción de vanguardia. El director elude todo tipo de concesiones al público, ofreciendo una extensión ilimitada de la memoria y la imaginación, en la que la realidad y la ficción se disuelven en arrepentimiento y anhelo. 2046 será el año en el que China continental asumirá el control absoluto de Hong Kong, pero también el número de una habitación de hotel y el nombre del lugar misterioso al que escapan los amantes decepcionados en la novela erótica.
Aquí finaliza la retrospectiva de SACO, pero quedan dos interesantes películas en su filmografía. En 2007 dirigió “My Blueberry Nights” en Estados Unidos y para este primer rodaje en inglés, el cineasta se rodeó de un elenco de prestigio (Jude Law, Natalie Portman, Rachel Weisz y Norah Jones). En 2013, adaptó la historia de Ip Man, el maestro de Bruce Lee, en “The Grandmaster”. La película marca el regreso de Wong Kar-Wai al género de las artes marciales y ambienta la historia en la China de los años 30 y 40.
El recorrido a través de sus películas permite visualizar que hay vínculos entre ellas. Todas hacen referencia a un viaje, el viaje personal de Wong Kar Wai, uno de los autores más icónicos de Asia, reconocido por sus imágenes exuberantes y sensuales, sus bandas sonoras conmovedoras y su romanticismo conmovedor.
Jose Antonio Vega es colaborador de laEscena
@joseanvega64